Estoy en crisis, ¡¿qué hago?!

Muchas veces se suelen confundir términos como crisis, trauma y angustia, creyendo que son lo mismo. En realidad, si hay algo que tienen en común, es que pueden ser una de las razones por las que se llega a consultar a un psicólogo.

Crisis es el mal funcionamiento de ciertos recursos vitales de la persona en un determinado momento de la vida. Algo que acontece y nos moviliza por completo. Puede ser del tipo más variado, por ejemplo, una muerte de alguien querido o un reencuentro amoroso. Pero, de lo que estamos seguros, es que a partir de una crisis las cosas no vuelven a ser como eran antes.

A veces, no puede nombrarse a eso que nos invadió y tiene carácter de enigma. Se le suele decir angustia, estrés, duelo, ataque de pánico, etc.

En relación a lo traumático, el asunto toma otro color. Ya que por más que se piense que determinado acontecimiento puede ser efectivamente traumático, para los psicoanalistas por ejemplo, aquello que le dará o no el valor de trauma a una situación es sólo comprobable por sus efectos. Y esto siempre, en relación a los sujetos, de un modo singular.

Los síntomas a veces se presentan como angustia y pueden darse como una manifestación de algo que sucedió en el sujeto, posteriormente a una situación traumática. Y, así como los sujetos no son iguales, los síntomas tampoco.

Hay de distintos tipos, aquellos que se manifiestan en los pensamientos (rumiaciones, repeticiones de ideas, miedos, etc.) o en el cuerpo (adormecimientos, parálisis, psoriasis, resequedad, etc.).

Suelen ser de causa inexplicable, sin embargo, la experiencia de análisis o psicoterapia puede revelar, para cada sujeto, por qué se sostienen dichos síntomas.

Por esto, un espacio de análisis acompaña al sujeto que sufre, alojándolo y dándole la posibilidad de llamar por un nombre a aquello que irrumpió en su vida como una crisis. En definitiva, nadie está exento de situaciones difíciles que pueden, o no, derivar en algo mayor complicando su vida. Sin embargo, podemos hacer algo con eso e intentar transitar el camino de un modo más liviano. Para eso sirve el encuentro con un psicólogo.