“ESI: Una herramienta para desandar caminos y construir horizontes”

Cuando se habla de ESI, se está hablando de un espacio sistemático de enseñanza(s) y aprendizaje(s) que promueven saberes y habilidades para la toma de decisiones responsables y críticas en relación con los derechos, en tanto cuidado del propio cuerpo, relaciones interpersonales, empatía y sexualidad.

El 4 de octubre del año 2006 se sancionó en nuestro país la ley de Educación Sexual Integral (Ley 26.150) siendo entonces un derecho de niños, niñas y adolescentes el “recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal, y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal” (Artículo 1). En el 2008, el Ministerio de Educación de la Nación creó el Programa Nacional de Educación Sexual Integral con el fin de organizar su implementación, por lo que en el 2009 se redactan los “Lineamientos Curriculares para la Educación Sexual Integral”, dirigido a educadores, el cual busca orientar la práctica hacia el respeto a la identidad de niños, niñas y adolescentes y a construir escuelas como espacios de comprensión y acompañamiento.

Cuando se habla de ESI, se está hablando de un espacio sistemático de enseñanza(s) y aprendizaje(s) que promueven saberes y habilidades para la toma de decisiones responsables y críticas en relación con los derechos, en tanto cuidado del propio cuerpo, relaciones interpersonales, empatía y sexualidad.

Entonces, es un conjunto de actividades para que los niños, niñas y adolescente comiencen a conocer su cuerpo, asumir valores y actitudes responsables relacionadas con la sexualidad. Implica que conozcan y respeten su derecho a la identidad, a la no discriminación y al buen trato.

Garantizar el tratamiento de la ESI en forma transversal, interdisciplinaria, sistemática y continua, implica que en el diseño de las planificaciones, asuman un lugar concreto, formando parte del Proyecto Educativo de cada establecimiento. Esto significa que los contenidos de la ESI, atraviesen las distintas áreas y disciplinas, contemplando situaciones cotidianas en las que los niños, niñas y adolescentes son agentes. Entonces, hablar de ESI, no es referirse a un contenido específico ni a una asignatura, sino del trabajo articulado entre escuela, familia, organizaciones sociales.

La transversalidad, en la dimensión educativa, se refiere a la estrategia curricular mediante la cual algunos ejes están presentes en todos los programas, actividades y planes de estudio contemplados en el Proyecto Educativo Institucional. Por lo tanto, la transversalidad curricular implica “la utilización de nuevas estrategias, metodologías y necesariamente formas de organización de los contenidos” (Fernández, 2003).

Si la Educación Sexual Integral es un derecho y debe hacerse práctico en cada establecimiento educativo, ¿Por qué no se hace efectivo? Hay muchas dimensiones a atender para construir una respuesta a este interrogante. La intención de este escrito es preguntar/me/nos sobre dos cuestiones que creo fundamentales.

En primer lugar, la concepción de sexualidad. Vincular Infancia(s) y Sexualidad(es), aun por estos tiempos, es algo impensado. La sexualidad parece ser solo patrimonio de los/as adolescentes, en tanto seres hormonales que deben ser juzgados y controlados. La ESI abre un nuevo modo de concebir a la sexualidad en las escuelas, porque damos cuenta que se expresa en roles, relaciones, valores, creencias, actitudes, en la práctica de los agentes escolares, y no atiende solo al concepto de genitalidad. Trabajar desde los ejes que la ESI propone es promover el cuidado del cuerpo, respetar la diversidad, valorar la afectividad y ejercer los derechos.

Somos seres sexuales. Transitamos la sexualidad en todo momento, como así también ella nos atraviesa. ¿Podremos entonces separar la educación de la sexualidad?

En segundo lugar, el rol docente como sujeto político. Los docentes somos quienes debemos materializar en los espacios educativos el principio de transversalidad, superando el currículo asignaturista, y posibilitando abordajes de una manera integradora. Debemos tener presente que no se trata de añadir o agregar nuevos temas o problemas a la planificación, sino que es asumirla como estrategia fundamental, posibilitadora de la producción de nuevos sentidos.

Por tanto, nos es imprescindible tener habilidades y estrategias metodológicas apropiadas para el trabajo de los contenidos en todos los niveles, basadas en una comprensión integral de la salud y de la sexualidad humana, como así también una constante formación pluridisciplinaria que asegure un enfoque coherente que atienda a la diversidad de cada niño, niña y adolescente.

El pensar cómo transmitir contenidos democratizadores anclados en los Derechos de los niños, niñas y adolescentes y en Perspectiva de Género, y el cimentar nuevas formas de vincularnos con ellos/as como sujetos/as de derecho, nos interpela como educadores, por lo que debemos construir una visión crítica de los procesos socioeducativos, no solo dando respuesta sino generando preguntas. (Re)crear situaciones pedagógicas donde la articulación conocimiento-aprendizaje expanda las potencialidades individuales, debe ir de la mano con el fortalecimiento de saberes sociales productivos, garantizando el respeto por la singularidad.

Derribar estereotipos es parte de transitar este camino, que aún siendo de transición, nos ubica una vez más en una posición política. ¿Seremos capaces de escuchar sus inquietudes de manera receptiva desde una mirada no adultocentrica, respetando sus derechos?

Prof. María Pía Tamborini Lallee ME 339/09

Inscripciones: https://www.instagram.com/educacion_infanciaslibres/

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